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Tenemos un acuerdo…

cop 21 we have a deal

Souparna Lahiri

Las negociaciones están a punto de terminar. Los gobiernos, la sociedad civil, los medios de comunicación, organizaciones no gubernamentales, organizaciones internacionales no gubernamentales, las “BINGO” han presentado sus demandas, expectativas y posiciones. Algunos representantes de los comités del norte y las ONG siguen ocupados en su cabildeo de último minuto y tratan desesperadamente de conectarse con algunos delegados de los países y de sus contactos habituales. ¿Quién va a dar la noticia? ¿Quién tiene la última versión del proyecto de texto? ¿Quién tiene los detalles (incluso incompletos) de la discusión interna? En la COP todo importa.

Es una mezcla embriagadora de cabildeo clandestino, manipulaciones, reuniones secretas, y al mismo tiempo acciones y movilizaciones públicas de la sociedad civil, las cuales se han regulado en gran medida esta vez en París. Grupos de justicia climática y aquellos que representan a los movimientos sociales tienen que enviar sus propuestas de acción a la CMNUCC y la seguridad francesa para obtener un permiso previo. En fin, esto es París COP 21.

Con el nuevo texto que se presentó la última noche, plagado de paréntesis y numerales, las reacciones han sido varias. Es criminal, va en contra de la gente, desequilibrado – hay algunos que han tenido la temeridad de felicitar a los EE.UU. y la UE por su papel benevolente!

¿Quieren un poco más de análisis? El texto es ambicioso pero carece de explicaciones en finanzas, mecanismos de implementación, adaptación, derechos humanos o pérdidas o daños … los grupos de interés están todavía detrás de sus computadores o en sus teléfonos tratando de encontrar algún camino de entrada y en la espera de cambios importantes. Mientras los grupos de justicia, los grupos de acción y los movimientos sociales presentes en París se ven ocupados elaborando estrategias para sus respuestas y acciones.

Para nuestras comunidades es difícil sentir conexión alguna con lo que se ha hecho en Cumbres Mundiales tales como esta en París, o en este caso, Bonn, Durban, Varsovia o Copenhague, y no es fácil entender los impactos de tales acuerdos. A estos grupos les resulta más fácil sentir un vínculo con su propio gobierno. Para ellos, es su gobierno el que les priva de los derechos sobre los bosques para proyectos REDD+, los despoja de sus tierras agrícolas para proyectos MDL o agro-negocios; es su gobierno el que permite a las grandes empresas y multinacionales explotar sus tierras y territorios o construir mega represas en sus ríos.

Por lo tanto, ¿qué supone la COP 21 para ellos o para mucho de nosotros? Muchos lo reconocen como la alianza del mal. Desde un principio la mayor parte de los grupos mundiales de la sociedad civil y los grupos de presión han dirigido sus culpas a los EE.UU. y la UE. ¡Perfecto! Históricamente ellos son los culpables de todo los cambios que han sucedido. Son ellos los que tienen que reducir sus emisiones y pagar por sus errores históricos – de hecho, es el capitalismo el que se debe condenar. Por esto encoramos: que cambie le sistema, no el clima!

Pero de nuevo, ¿dónde están nuestros países en esta ecuación global o mejor dicho, en la política mundial? India ya está exigiendo que le den acceso a parte del espacio de carbono sobrante. En los próximos años, siempre y cuando puedan demostrar un aumento en sus sumideros de carbono, India puede seguir aumentando sus emisiones. El país podrá continuar con la minería de carbón e incluso hacer uso de los últimos bienes comunitarios, pastos y tierras agrícolas para promover 177GW de energía solar y permitir el acceso de capital y empresas a los territorios indígenas; el país debe continuar su desarrollo. Por su parte, China se ha comprometido a alcanzar su punto máximo en el 2030; no importa si el pueblo chino se muere ahogado en Pekín o en Shanghai o en Guangdou.

No es importante para los negociadores o los grupos de presión en la COP 21 que Brasil le esté entregando la conservación de sus bosques tropicales a capitales privados, expulsando a los amazónicos de sus tierras ancestrales; o que todas las grandes corporaciones petroleras estén presentes en gran parte de los Andes en Ecuador; o que Sudáfrica esté entregando sus pastizales a los comerciantes de madera quienes siguen sembrando bosques falsos para poder satisfacer la creciente demanda de madera; tampoco que los pescadores en Indonesia se vean obligados a abandonar su modo de vida tradicional. ¿Pero a quién le importa? Esto es una cumbre global y a fin de cuentas todos participamos en el juego de la política mundial!

¿Si no es en estas cumbres mundiales, en qué otras situaciones sería posible desafiar a estos países? Ciertamente, las comunidades cuestionarán a estas naciones y será un reto. Sin embargo, en vez de desafíar las economías de los grandes emisores, acaparadores de tierras y deforestadores usted les está protegiendo; usted, amigo mío, está optando por estar del lado de los males menores para ir en contra de los males mayores. Es por esto que nos sentimos terriblemente traicionados.

Con texto o sin texto, sin acuerdo o con un mal acuerdo tenemos que desafiar a nuestros gobiernos, dentro y fuera de nuestros países. De lo contrario no podemos pensar en construir un verdadero movimiento global. Sin comprometer la posición

de las comunidades y los movimientos sociales, a los que se les considera culpables adentro, no se les puede considerar amigos afuera.

Si se tiene que cambiar el sistema, los acuerdos mundiales no son las respuestas, los movimientos globales si lo son.

Entonces, ¿dónde estará el 12 de diciembre? ¿En frente de la Torre Eiffel, en las calles de París? o ¿en el corazón de las Américas, los bosques del Congo, los pastizales y las minas de África, las tierras de cultivo de Asia o con el pueblo de las Islas Marshall o Tuvalu? ¿O ambos?

11 dic., 2015
Posted in Noticias, Bosques y Cambio Climático