De Rio de Janeiro-2024 a Belem-2025
Mary Louise Malig y Pablo Solón
El 16 noviembre de 2024, la “Cumbre Social del G20”, que reunió a más de 2.500 representantes de organizaciones de la sociedad civil de 91 países, emitió una declaración de respaldo al mecanismo de financiamiento para los bosques tropicales conocido como TFFF (Tropical Forests Forever Facility):
Necesitamos reforzar la protección de nuestros bosques tropicales mediante la creación del Fondo de los Bosques Tropicales por Siempre (TFFF), un mecanismo de financiación internacional dedicado a su protección y a la inclusión socioproductiva de las poblaciones que viven en ellos y los mantienen en pie. (Declaración Cumbre Social G20)
Exactamente un año después, el 16 de noviembre de 2025, la “Cumbre de los Pueblos rumbo a la COP30” que contó con la presencia de 25.000 participantes dio vuelta la tortilla y emitió una declaración en la que incluye al TFFF dentro las falsas soluciones:
Nos oponemos a cualquier falsa solución a la crisis climática que perpetúe prácticas dañinas, cree riesgos impredecibles y desvíe la atención de soluciones transformadoras basadas en la justicia climática y el bienestar de los pueblos en todos los biomas y ecosistemas. Advertimos que el TFFF, al ser un programa financiero, no constituye una respuesta adecuada. Todos los proyectos financieros deben estar sujetos a criterios de transparencia, acceso democrático, participación y beneficio real para las poblaciones afectadas. (Declaración Cumbre de los Pueblos)
En contraposición a mecanismos como los del TFFF, que recurren a la privatización del financiamiento para los bosques, la declaración de la Cumbre de los Pueblos demanda que el financiamiento venga de fondos públicos y de impuestos a las grandes corporaciones contaminadoras:
Luchamos por la financiación pública y la tributación de las corporaciones y los más ricos. Los costos de la degradación ambiental y las pérdidas impuestas a las poblaciones deben ser pagados por los sectores que más se benefician de este modelo.
Así mismo la declaración rechaza que organizaciones como el Banco Mundial administren fondos como el TFFF:
Exigimos que la financiación climática internacional no se canalice a través de instituciones que profundizan la desigualdad entre el Norte y el Sur, como el FMI y el Banco Mundial.
Este giro de 180 grados en relación al TFFF es producto de que ahora se conoce más sobre este mecanismo de privatización de financiamiento para los bosques. La realización de diferentes análisis y debates entorno al TFFF han llevado a que más de 200 organizaciones firmen la declaración “No al TFFF: Si a los derechos de los bosques” que denuncia que:
El TFFF considera de manera equivocada y engañosa que la deforestación es una falla de mercado que se resolverá colocando un precio a los servicios ecosistémicos de los bosques tropicales para atraer inversiones privadas. ¡El colapso ecológico provocado por el capitalismo no se resolverá con más capitalismo! (No al TFFF: Si a los derechos de los bosques)
La crítica fundamental es que los bosques no pueden ser tratados como mercancías o activos financieros a ser privatizados. Por el contrario, esta declaración enfatiza que los bosques son sistemas de vida que tienen derechos al igual que los seres humanos que somos parte de la Naturaleza:
El TFFF no reconoce a los bosques como sistemas vivos que tienen los derechos a la vida, a preservar sus ciclos vitales, a mantener su capacidad de regeneración, a no ser contaminados, a conservar su integridad y a demandar una reparación y restauración oportuna. (No al TFFF: Si a los derechos de los bosques)
A lo largo de diferentes eventos y plenarias que se desarrollaron de forma paralela a la COP 30 diferentes delegados enfatizaron en que el TFFF es una distracción porque no se propone enfrentar con medidas concretas las causas estructurales de la deforestación que son el agronegocio, la minería, y la explotación de petróleo entre otras.
No sólo la sociedad civil le dió la espalda
Lo más grave para el gobierno de Brasil es que no sólo la sociedad civil se volvió crítica del TFFF, sino que fracaso su plan de recolectar 25.000 millones de dólares en créditos de los países ricos. Hasta el momento sólo Noruega ha prometido 3.000 millones de dólares en diez años, y Francia 500 millones de euros. Ese es el respaldo efectivo recibido por el TFFF. Alemania, Reino Unido, Emiratos Árabes y otros países que se esperaban iban a permitir por lo menos juntar 10.000 millones de dólares hasta el 7 de noviembre, quedaron en silencio sin hacer compromisos concretos de crédito al TFFF. Brasil e Indonesia que deberían ser los supuestos beneficiarios de este mecanismo tuvieron que poner cada uno a 1.000 millones de dólares para así alcanzar la cifra de 5.600 millones de dólares, que es apenas una quinta parte de lo que esperan conseguir de préstamos públicos.
Al haber juntado sólo 5.600 millones de dólares de los países patrocinadores y beneficiarios es imposible pensar en que el mecanismo pueda atraer inversiones de 100.000 millones de dólares. Todos los cálculos que hizo el Banco Mundial con el TFFF se están desplomando por la propia lógica del capital a la cual aspiran conquistar: los inversionistas privados sólo invierten cuando hay ganancias bastante seguras. El capitalismo sólo apuesta por el verde de los dólares y no por el verde de los bosques.
¿Brasil e Indonesia cuentan con autorización de sus respectivas asambleas legislativas para invertir 1.000 millones de dólares cada uno en un mecanismo extremadamente incierto e ineficiente? Desde diferentes organizaciones de la sociedad civil se preguntan: Si Brasil e Indonesia tienen un total de 2.000 millones de dólares ¿por qué no lo canalizan directamente a los pueblos indígenas y comunidades locales para fortalecer soluciones como la agroecología e impulsar acciones para frenar la expansión de la deforestación, la minería y la extracción de petróleo?
Crédito de la foto: Erlan Sleur
