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El emblemático Acuerdo Mundial sobre Biodiversidad consagra los derechos de los pueblos indígenas y brinda esperanza a los pueblos guaraníes de Bolivia

Indigenous Guarani women in Bolivia holding a banner

Publicado por Juana Vera Delgado en Ms. Magazine el 11 de enero y en ADICH Radio el 24 de enero.

 

Después de más de cuatro años de negociaciones, el 19 de diciembre de 2022, casi 200 países adoptaron el Marco Global de Biodiversidad de Kunming-Montreal, un acuerdo vinculante para proteger al menos el 30 % de la biodiversidad mundial en 2030. El acuerdo representa un importante paso hacia adelante en favor de la conservación de la biodiversidad basada en los derechos, justa en cuanto al género, y socialmente equitativa.

El texto acordado no solo reconoce los territorios indígenas como una importante contribución autónoma a la conservación basada en áreas, sino que también incluye otros objetivos, como pedir a los gobiernos que reconozcan los derechos de los pueblos indígenas, las comunidades locales y las mujeres en la conservación de la biodiversidad.

Es cierto que el marco no es perfecto. No incorpora en su totalidad la demanda de los pueblos indígenas para que sus tierras y territorios sean plenamente reconocidos como una categoría de área conservada. Pero sigue siendo determinante para el reconocimiento y respeto de los derechos colectivos, ambientales, culturales y de género de los pueblos indígenas, en particular de las mujeres.

Todos los días y durante cientos de años, hombres y mujeres indígenas, defensores ambientales y de derechos humanos se enfrentan a amenazas, desde intimidación, ataques físicos, violaciones y asesinatos, hasta prohibiciones a la libre expresión y asociación y desplazamiento forzado de sus territorios.

Sin embargo, existe la esperanza de que el Marco Global de Biodiversidad de Kunming-Montreal ayude a controlar estas violaciones y devolver las tierras robadas a las comunidades y garantizar los derechos de los pueblos indígenas en todo el mundo.

Una de esas comunidades que sigue luchando contra generaciones de injusticia es la Guaraní de Laguna Chica, localizada en el territorio Yaku Agüa en la frontera sur de Bolivia con Argentina. Las recientes victorias legales han dado al Pueblo Indígena Guaraní la esperanza de que a lo largo de más de 500 años de colonización, esclavización y destrucción ambiental de sus tierras se pueda revertir, como se relata en su reciente libro publicado: “Laguna Chica: el primer territorio ancestral anhelado y consolidado por la fuerza organizada de las mujeres guaraníes de Yaku Igüa-Tarija”, escrito por una de sus lideresas.

“Ahora vivimos libres, sin patrones”, dice la Mrubicha Modesta Medina, líder tradicional guaraní.

En julio de 2019, después de años de lucha, las mujeres guaraníes recuperaron el acceso a áreas de sus tierras ancestrales que les fueron despojadas y convertidas en tierras de cultivo industrial y haciendas ganaderas.

Las palabras de la Mrubicha Modesta Medina tienen un gran significado a la luz de la lucha histórica del pueblo guaraní contra la colonización y el patriarcado, que los ha esclavizado y despojado de sus tierras desde la invasión española a fines del siglo XVI. Los movimientos de mujeres por la justicia ambiental, cultural y de género han estado al frente de la lucha de la comunidad, personificando la capacidad colectiva de los Pueblos Indígenas en su lucha inquebrantable por justicia redistributiva. Su historia, tal como cuenta en el libro, nos enseña que es posible no solo soñar sino también lograr un cambio real y transformador.

Bajo el peso de una historia de deshumanización y opresión, las mujeres de Laguna Chica se armaron de coraje y valentía para luchar y recuperar sus tierras comunitarias (Tierras Comunitarias de Origen, o TCO) de los “terratenientes” y ganaderos. Estos “terratenientes” los desplazaron de sus territorios, se apropiaron de sus tierras y sembraron monocultivos de soja y maíz, destruyendo los ecosistemas forestales y de biodiversidad existente. El proceso de recuperación de sus tierras comunitarias tuvo un alto costo físico, económico y psicológico para las mujeres, pero también las empoderó y las llenó de orgullo al ver el fruto de sus luchas: la recuperación de su territorio y su cultura y, lo más importante, su dignidad, que había sido pisoteada continuamente por el patriarcado y sistema extractivista colonial.

Esta victoria se basa en logros anteriores gracias a la lucha decidida de los guaraníes, organizados bajo la Asamblea del Pueblo Guaraní (APG), establecida en 1987. La misión central de la APG, que forma parte de la ‘Central de Pueblos y Comunidades Indígenas del Oriente y de la Amazonía de Bolivia’ CIDOB, ha sido la “reconstitución de la nación guaraní”, incluyendo los derechos organizativos, territoriales, educativos, lingüísticos, culturales, económicos y humanos destruidos por el sistema trinitario colonial: despojo, aculturación religiosa y educación cívica (militar).

Luego de la independencia, el Estado boliviano continuó institucionalizando este sistema trinitario a través de leyes que protegían a los terratenientes y buscaban erradicar a los guaraníes. Hasta el día de hoy, el 28 de enero se conmemora el aniversario de la masacre de Kuruyuki de 1892, en la que 5.000 guaraníes fueron masacrados por el Ejército Republicano de Bolivia. Los guaraníes que sobrevivieron a la masacre huyeron al norte argentino, donde fueron capturados por los terratenientes y esclavizados.

Antes de eso, ni el imperio Inca ni el Español habían podido derrotar al pueblo Guaraní. Según una disposición real recogida en 1882 por misioneros del Colegio Franciscano de Tarija, la única declaración formal de guerra contra un Pueblo Indígena la hizo el monarca español Felipe II fue contra los guaraníes. Sin embargo, a pesar de esto, los guaraníes siguen resueltos en sus esfuerzos por recuperar sus derechos, dignidad y tierras.

El 15 de agosto de 1990, miles de mujeres, hombres y niños guaraníes partieron desde la Catedral de la Santísima Trinidad en Beni en una marcha de 600 kilómetros y 34 días a través de los trópicos, los valles andinos y las frías tierras altas hacia la capital de Bolivia, La Paz, para exigir el retorno de los territorios de la nación guaraní. Los chiriguanos-guaraníes también se incorporaron desde la parte oriental del Chaco.

Su lista de demandas al gobierno del presidente Jaime Paz Zamora era clara: que toda la selva Chimán sea concediera al pueblo guaraní como territorio indígena; que las empresas madereras sean desalojadas del bosque; y junto con otros reclamos locales, que el gobierno de Bolivia respete y reconozca a sus autoridades tradicionales o Mrubichas.

Es importante destacar que, de acuerdo con las normas consuetudinarias guaraníes, tanto mujeres como hombres pueden ocupar el cargo de Mrubicha. Actualmente una mujer, Eva Cadencia, es la máxima autoridad de la APG.

Inmediatamente después de esta larga marcha, después de 498 años de opresión, el gobierno reconoció y firmó (al menos en papel) cuatro decretos que asignan a los territorios indígenas el estatus de parques nacionales. En 1996, Bolivia aprobó la Ley del Servicio Nacional de Reforma Agraria No 1715/96 (Ley INRA), que fue modificada en 2006 por la Ley de Reconducción Comunitaria de la Reforma Agraria no 3545/06 (RCRA). De acuerdo con la ley y el artículo 394 de la Constitución boliviana, los Territorios Indígenas Originarios Campesinos (TIOC) gozan de las garantías legales de indivisibilidad, inembargabilidad, imprescriptibilidad, inalienabilidad y son colectivos.

A pesar de este reconocimiento legal, el pueblo guaraní se ha visto obligado a librar batalla tras batalla legal para recuperar y consolidar solo una pequeña parte de los territorios reclamados. El reclamo original de tierras realizado por la APG ascendía a 10.380.945 ha —19 territorios en un área casi similar a la actual región del Chaco— según los títulos en poder del Consejo Nacional de Reforma Agraria. Pero solo se han titulado 1.016.997 ha (15%). Irónicamente, el 69% (701.727,93 ha) de estas tierras tituladas aún están en manos de propietarios privados que consolidaron su titulación dentro de los territorios de las TIOC.

En el caso de Yaku Igüa (territorio de Modesta), las reclamaciones territoriales ascendieron a 305.758 ha, pero el Estado sólo reconoció 644 ha, un mero 0,21% de la reclamación. Como si fuera poco, las familias aún no pueden acceder a las áreas adjudicadas debido a los conflictos de intereses entre diferentes actores: los indígenas titulares legales y los propietarios ilegales de tierras: ganaderos, campesinos y empresarios. Esto ha provocado constantes conflictos, que en ocasiones han desembocado en enfrentamientos armados, como en el caso de la masacre de Pananti de 2001 en la que murieron siete personas y más de 100 resultaron heridas. Tras la masacre, varios líderes guaraníes varones fueron perseguidos y encarcelados.

Sin embargo, las mujeres de Laguna Chica no se desanimaron y en 2019 decidieron recuperar la posesión de sus tierras. Como tantas generaciones antes que ellas, expulsados de sus tierras, sus familias luchaban por sobrevivir en medio de condiciones de vida intolerables e inhumanas en los barrios marginales urbanos de ciudades como Yacuiba y Tarija. Los/as de Laguna Chica, bajo el liderazgo de los Mrubicha de Miriam Narvaez, tomaron la firme decisión de emprender el camino hacia su hogar tradicional y recuperar sus tierras.

“Vinimos con el propósito de tomar posesión de nuestro territorio. Ese día no pensamos en nuestra familia ni en nuestros hijos y nos vinimos sin ellos, a pesar de que tenemos dificultades con nuestros compañeros”, dijo Miriam Narváez, exMrubicha.

Durante los primeros meses, las mujeres se refugiaron en carpas rústicas para protegerse del intenso sol, viento y lluvia que las azotaba sin piedad, ya que la tierra había sido deforestada y privada de sus fuentes de agua. A pesar de las adversidades y peligros, y con el apoyo de sus familias, la sociedad civil (como CCIMCAT) y la hermandad de otras comunidades guaraníes, las mujeres mantuvieron su determinación de recuperar sus tierras.

Los terratenientes negaron la acusación de destrucción de los ecosistemas forestales y la biodiversidad, equivalente al delito de ecocidio, y en cambio demandaron a los guaraníes por tres millones de bolivianos (435.000 dólares) en un tribunal agroambiental por las supuestas «mejoras».

“Nos sorprendimos cuando escuchamos ese pago por mejoras exigido por los señores, quienes en cambio han hecho un daño tremendo a la naturaleza… Nosotros, como indígenas, como gente pobre, quedamos impactados por la cantidad ; tres millones!!… Nos quedamos todos boquiabiertos.”

A lo largo del caso judicial de dos años, los terratenientes continuaron usando las tierras en disputa. Modesta recordó: “Estando ya aquí un año, seguían los que se creían los dueños, los terratenientes, y nosotros parados mirando lo que sembraban ellos. Sembraban soya, trigo, maíz y nosotros que somos dueños ni siquiera sembrábamos, nosotros mirábamos, metían sus camiones grandes, sus cosechadoras…todavía la cultivaban; y nosotros, que somos los dueños [legítimos] ni sembramos, solo la estábamos viendo, ellos pusieron sus tractores grandes, sus cosechadoras y camiones… Pero nosotros, armados de valor, nos paramos frente a los tractores para evitar que siguieran sembrando [los campos]”.

En julio de 2019 se produjo el último desalojo definitivo, que se logró, en parte, gracias al apoyo de otras comunidades guaraníes, como Caiza, Campo Grande, Laguna Seca y El Palmar. Luego de pelear tres procesos legales a lo largo de cinco años, las mujeres de Yaku Igüa lograron recuperar una parte de sus territorios (230 ha), y aún siguen luchando por recuperar sus territorios en su totalidad. Estas mujeres están decididas a convertir los campos desolados por los terratenientes en territorios de vida.

Laguna Chica: el primer territorio ancestral anhelado… es un instructivo relato de las luchas territoriales de estas mujeres, quienes también se propusieron plasmar con sus propias manos sus logros y sueños en el libro publicado en junio de 2022. Describe no solo la profunda aspiración de las mujeres indígenas por la justicia cultural, ambiental y de género, sino que también refleja las aspiraciones de los pueblos indígenas por la justicia redistributiva. Como dijo Modesta Medina en el Día de los Pueblos Indígenas de 2022: “Hermanas y hermanos de otros lugares, no se desmoralicen en sus luchas por recuperar su tierra. Lo van a lograr, como nosotras lo hemos logrado.”

El ejemplo de las mujeres de Laguna Chica está siendo seguido por otros grupos de mujeres guaraníes, quienes con el apoyo de la Mrubicha Modesta y otros líderes, están decididas en recuperar sus tierras, como es el caso de las mujeres del predio de ‘Grampa’. En el contexto de siglos de opresión y lucha, las mujeres guaraníes de Laguna Chica han arrojado luz sobre un futuro en el que los guaraníes pueden recuperar su nación y, con ella, su papel como custodios de la Madre Tierra, incluidos sus bosques, fuentes de agua ,sus suelos y toda su biodiversidad respectiva.

Publicado originalmente en inglés por Ms. Magazine.

17 ene., 2023
Posted in [:en]1Campaigns[:], Justicia de género y bosques, GFC in the news, recursos y publicaciones