Actualización de Bruselas: los debates sobre el uso del suelo y la bioenergía se aceleran
Por Simon Fischer*
Al final del año pasado, el mundo observó a París con ojos prometedores después del anuncio de la adopción de un acuerdo climático presuntamente histórico. La meta propuesta de limitar el aumento de la temperatura media global a 2°C o incluso a 1.5°C es visto por muchos como una victoria, pero no se ha dicho mucho acerca de cómo alcanzar esta meta. En una mirada más cercana, se hace evidente que sólo hay una pequeña posibilidad de alcanzar el objetivo. Estudios recientes señalan que la implementación de las Contribuciones Previstas Nacionalmente Determinadas (INDC) para la reducción de gases de efecto invernadero globales dadas por los países, daría lugar a un aumento de 2.7 a 3.7°C de la temperatura media global en lugar de la deseada 1.5°C. Por otra parte, algunas de las “soluciones climáticas” propuestas traen consigo grandes dificultades. Los estudios utilizados en el informe del IPCC, por ejemplo, tienen en cuenta escenarios de emisiones negativas, como las tecnologías de alto riesgo (ej. BECCS) y cambios de uso del suelo extensivos (ej. para plantaciones de monocultivos).
El año pasado, la UE anunció sus objetivos climáticos y energéticos, que también forman la base de sus INDCs. Estos objetivos incluyen una reducción de gases de efecto invernadero del 40% y una participación de las energías renovables de al menos el 27% hasta 2030. Con el fin de alcanzar su objetivo, el uso del suelo y la bioenergía se han establecido en la parte superior del orden del día en Bruselas. Las próximas decisiones sobre estas cuestiones determinarán el camino que tomará la UE después de 2020, lo cual tiene un impacto importante en la cuestión de si el acuerdo de París dará lugar a una ruta sostenible real o terminará siendo simple palabrería.
El sector de uso del suelo (LULUCF) es de gran importancia aquí. Las incertidumbres en el seguimiento y el reporte de las emisiones procedentes del sector siguen siendo críticamente altas. Su carácter especial y complejo (enlace) se debe al hecho de que tiene un estatus especial en el marco contable de la CMNUCC, por tanto, su impacto en el clima no puede ser fácilmente utilizado para compensar las emisiones de la quema de combustibles fósiles y otros sectores. Sin embargo, esto podría cambiar pronto. En cuanto a las INDCs de los países para la mitigación de GEI globales que son parte del acuerdo climático de París, se hace evidente que muchos países están (al menos) considerando utilizar el potencial del sector para alcanzar sus metas voluntarias en términos de reducción de GEI. Debido a sus grandes extensiones de bosques y a las actividades de tala, países como Brasil, Indonesia o Rusia son capaces de alcanzar por completo sus metas climáticas dadas, o al menos una gran parte de estas, simplemente reduciendo las emisiones procedentes de este sector. La Figura 1 muestra la contribución del sector de uso del suelo a las emisiones de gases de efecto invernadero y a los escenarios futuros procedentes de las INDCs. La tendencia a la baja observada en los últimos 20 años proviene básicamente de la disminución de las actividades de deforestación en Brasil, que era descontrolada hasta hace pocos años. Esto también tiene en cuenta que convertir los bosques en plantaciones no es considerado como deforestación. Estos hechos dejan claro que el potencial de contribución del sector no se debe subestimar. En resumen, la contribución de mitigación de LULUCF relativa a la reducción global de emisiones es de 20-25%!
Figura 1: Tendencia global LULUCF de las emisiones y la absorción, y futuros escenarios analizados
Fuente: Grasse, G. & Denteler, F. 2015
En el caso de la UE, el potencial de contribución procedente del sector es mucho menor. Debido a que no hay tanta actividad de deforestación en los países de la UE (al menos no, teniendo en cuenta la definición de plantaciones, que son vistas como bosques), el potencial de mitigación de gases de efecto invernadero procedentes del sector de la tierra es bastante limitado. Aun cuando todavía existe presión para incluir a LULUCF en el marco de contabilidad general, elevando su condición especial, es evidente que son necesarias otras soluciones para que la UE alcance sus objetivos climáticos. Parece que la UE respalda sus posibilidades en materia de bioenergía. La energía procedente de la biomasa se considera falsamente como energía renovable y, por tanto, cuenta como fuente de energía neutra en carbono. La bioenergía ya compensa por las dos terceras partes de la energía renovable total utilizada en la UE. Su gran potencial de relativamente baja inversión y bajos costos de operación (debido principalmente a los subsidios) dio lugar a una creciente demanda de bioenergía en la UE durante los últimos años. Sin embargo, la bioenergía a gran escala no es sostenible ni renovable. La biomasa no puede reponerse tan rápido como se consume, pero esto es lo que la definición de energía renovable requiere. Peor aún, las emisiones de carbono procedentes de la quema de biomasa para producir energía suelen ser mayores que las emisiones procedentes de los combustibles fósiles que se supone deben reemplazar. La política de bioenergía de la UE y la consecuente demanda de biomasa han dado lugar a una enorme presión sobre la tierra. La explotación forestal y las actividades de reforestación en todo el mundo son el suministro de centrales de biomasa masivas en la UE que usan comprimidos de madera, hechos en parte de madera proveniente de bosques centenarios. Además de poner en peligro la integridad del medio ambiente, esto tiene un impacto devastador en las mujeres, las comunidades locales y los pueblos indígenas. La creciente presión sobre la tierra conduce a una pérdida de medios de subsistencia y la principal fuente de alimentos para la población local, así como un incremento en los precios de los alimentos que afectan principalmente a los pobres y a los más vulnerables. En un informe publicado en París, la Coalición Mundial por los Bosques explicó algunos de los grandes Bio-mitos en el debate sobre la bioenergía, y, junto con otras 115 organizaciones de la sociedad civil, ha lanzado una petición para mantener a la biomasa por fuera de la Directiva de la UE sobre Energía Renovable (RED).
Las próximas decisiones sobre el uso del suelo y la política de bioenergía conducen hacia el aumento de los esfuerzos para ejercer presión en Bruselas. La Comisión Europea tiene previsto realizar consultas públicas, reuniones de partes interesadas y evaluaciones de impacto antes de que se tomen decisiones a finales de este año y principios del próximo año. Sin embargo, por el momento no parece que la Comisión está teniendo en cuenta cuestiones cruciales como los impactos sociales de la bioenergía a gran escala y la subsecuente presión sobre la tierra. Diversos Estados Miembros y grupos de interés empiezan a presionar a la UE para incluir a LULUCF en el marco de contabilidad general y continuar facilitando el marco de políticas para el uso de la bioenergía a gran escala. Particularmente en el sector del transporte y la calefacción, la bioenergía tiene un gran potencial para sustituir la energía proveniente de combustibles fósiles. La directiva ILUC (cambio indirecto del uso de la tierra) de la UE, que fue aprobada el año pasado, incluyendo los sub-objetivos en biocombustibles avanzados todavía-no-existentes y un límite escaso del 7% sobre los biocombustibles procedentes de tierras agrícolas, está bajo una creciente presión. Si bien los Estados Miembros proponen sus propios metas para los biocombustibles, no existe una definición clara sobre los biocombustibles avanzados.
Las próximas decisiones sobre uso de la tierra y la bioenergía tendrán un gran impacto en nuestro camino futuro. Con el fin de garantizar la integridad social y ambiental que lleve a una ruta real sostenible después de 2020, estas decisiones deben tomarse con precaución. La bioenergía debe ser retirada de la Directiva de Energía Renovable (RED) de la Unión Europea, donde se hace un uso incorrecto del término renovable, lo que facilita un devastador incremento de los incendios de nuestros bosques y su conversión en plantaciones. Y una fraudulenta contabilidad de LULUCF nunca debería ser incluida en las políticas nacionales sobre el clima.
*Simon Fischer es Asesor en Cambio Climático y política de uso de suelo de la Coalición Mundial por los Bosques (GFC)