Los que “se las Saben Todas” de la Conservación de la Biodiversidad
Simone Lovera
Para aquellos que están actualmente siguiendo las negociaciones altamente polarizadas e improductivas sobre el clima podría parecer increíble, pero todavía hay procesos de la ONU que logran acordarse sobre una cantidad razonable de decisiones durante un poco más de 3 días completos de negociación. La 19ª reunión del Órgano Subsidiario de Asesoramiento Científico, Técnico y Tecnológico del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB-OSACTT), que tuvo lugar del 4 al 7 de Noviembre en Montreal, incluso terminó un poco antes, después de haber adoptado 8 decisiones de fondo basadas en al menos 200 páginas de documentos de antecedentes.
Lamentablemente, esta importante documentación de antecedentes fue escasamente abordada en las discusiones de la OSACTT. Como fue señalado por los países latinoamericanos en su declaración ante la sesión plenaria de clausura, el tiempo de reunión significativamente reducido parece haber repercutido en la profundidad de los debates del OSACTT. Esto confirma los temores que las ONGs y numerosos gobiernos tenían de que la reciente creación del Panel Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) debilitaría el proceso del CDB, ya que la escasa financiación que estaba disponible para el trabajo internacional sobre biodiversidad ahora debe ser dividida entre dos organismos oficiales que trabajan en la interfaz científico-normativa. Y mientras que el CDB tiene una participación igualitaria de países de todas las regiones y una participación directa significativa de representantes de los pueblos indígenas y las comunidades locales, el IPBES sigue estando dominado principalmente por las instituciones de investigación del Norte, incluyendo las instituciones cuya agenda está influenciada por sus donantes corporativos.
Uno de los resultados prácticos ha sido que el CDB debe reducir las reuniones cruciales de su órgano de asesoramiento científico y su grupo formal de trabajo sobre los conocimientos tradicionales, innovaciones y prácticas de los pueblos indígenas y las comunidades locales, a una semana atareada de negociación. De esta forma, los negociadores no están muy motivados para sumergirse en largas y profundas discusiones sobre temas potencialmente controvertidos, a pesar de algunas declaraciones heroicas sobre, por ejemplo, el hecho de que el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático haya fracasado al no tener en cuenta los impactos de tecnologías de riesgo como la Bioenergía y la Captura y Almacenamiento de Carbono (BECCS) y otras formas de geoingeniería en la biodiversidad.
Esta falta de controversia puede parecer poco problemática, sin embargo, un tema como la integración de la biodiversidad en la silvicultura, la agricultura y la pesca tiene poco sentido si se discute dentro de una habitación llena de legisladores en biodiversidad ya convencidos. Para tener un impacto, el CDB tendrá que atraer a los legisladores responsables de la silvicultura, la agricultura y la pesca a sus reuniones. Pero es poco probable que estas personas asistan, a menos que haya temas en la agenda del CDB que en realidad sean de interés para ellos. Por ejemplo, un informe agradable y acogedor de las contribuciones de otros miembros de la Asociación Colaborativa sobre los Bosques a las Metas de Aichi relacionadas con los bosques, no provocaría un gran interés entre los silvicultores convencionales, especialmente si el informe exceptúa sin sentido crítico cualquier tipo de plantación o corte de árboles como una contribución al CDB. Sólo si se incluyen en la agenda temas potencialmente más polémicos como el posible impacto de la “forestación” con especies exóticas invasoras sobre la biodiversidad, la necesidad relacionada de corregir las definiciones de ‘bosques’ y ‘forestación’, o la eliminación gradual de los subsidios perjudiciales para la biodiversidad en los sectores de la agricultura y la ganadería, hay una posibilidad de que los verdaderos responsables de las políticas en estos otros sectores se preocupen lo suficiente sobre las negociaciones del CDB, como para que realmente asistan a las próximas reuniones.
Mientras tanto, como fue reconocido en el reciente Taller de Diálogo sobre la Evaluación de la Acción Colectiva en la Conservación de la Biodiversidad, no sólo existe la necesidad de incorporar la biodiversidad en otros sectores, sino también está la necesidad de integrar la acción colectiva de la biodiversidad en las políticas de biodiversidad. Debido a que es similar al IPBES, el proceso del CDB todavía está siendo dominado por las grandes instituciones de conservación, en lugar de ser liderado por los hombres y las mujeres que son realmente responsables de la conservación y restauración de la biodiversidad en el territorio. Las Partes del CDB han aceptado formalmente que las acciones colectivas de los pueblos indígenas y las comunidades locales constituyen un aporte fundamental para la conservación y restauración de la biodiversidad. Pero este reconocimiento, y las decisiones conexas, como el plan de acción sobre la utilización sostenible consuetudinaria, están aún por integrarse, incluso en la forma de una participación plena de los pueblos indígenas y las comunidades locales en todos los procesos de formulación de políticas relacionadas con la biodiversidad, grupos de expertos y grupos de trabajo.
Sin duda, el trabajo con los representantes de los pueblos indígenas y las comunidades locales no es un proceso fácil, comparado con el trabajo con los conservacionistas profesionales. Como la iniciativa de resiliencia de conservación comunitaria reveló, debemos ser realistas y tener en cuenta los derechos específicos, los roles, las necesidades, las aspiraciones, las estructuras de gobierno y las capacidades de comunicación de las personas de la comunidad, incluyendo por ejemplo, los procesos de consulta y las estrategias de sensibilización. Es por esto que los llamados procesos de múltiples partes interesadas a menudo han dado resultados decepcionantes, ya que las opiniones de los representantes de los movimientos de los titulares de derechos como campesinos, pescadores, pastores, indígenas, trabajadores, mujeres y jóvenes, fueron fácilmente opacados por las partes interesadas con mayor poder económico y político, como las grandes corporaciones y las organizaciones de conservación. Pero no se deje engañar, en la práctica son estos titulares de derechos sobre el territorio los que determinan si la biodiversidad se conservará o no.
Entonces, si realmente queremos poner en práctica la política de biodiversidad en el territorio, ya es hora de que integremos la conservación comunitaria en la política de biodiversidad y el desarrollo sostenible en general.